
03 Jun Émora | CÓMO CONTROLAR LA IRA Y LA AGRESIVIDAD– por Émora Psicólogos en Rejas-Alameda de Osuna
Hoy, desde Émora Psicólogos en Canillejas-Rejas…
Nos gustaría comenzar esta entrada de nuestro Blog #RegálatePsicología de forma diferente a lo habitual. Te queremos presentar una fábula-metáfora que te hará reflexionar:
“Érase una vez un niño que siempre estaba malhumorado y tenía muy mal genio. Cuando se enfadaba, se dejaba llevar por su ira y decía y hacía cosas que herían a los que tenía cerca. Un día, su padre le dio una bolsa de clavos y le dijo que cada vez que tuviera un ataque de ira, clavase un clavo en la puerta de su habitación. El primer día, clavó treinta y siete; pero en el transcurso de las semanas el número de clavos fue disminuyendo. Poco a poco, fue descubriendo que e era más fácil controlar su ira que clavar un clavo en aquella dura puerta. Llegó por fin, un día en el que el niño no clavó ninguno, y se lo dijo a su padre con cierto orgullo. Éste le sugirió que cada día que no se sintiese enfadado desclavara un clavo de su puerta. Pasó el tiempo y un día le dijo al padre que ya había sacado todos los clavos de la puerta. Entonces, éste cogió a su hijo de la mano, lo llevó a la puerta de la habitación y le dijo: “Hijo, lo has hecho muy bien, pero mira los agujeros que han quedado en la puerta. Cuando una persona dice cosas con ira, las palabras dejan cicatrices como éstas. Una herida verbal puede ser tan mala como una herida física, no lo olvides”
¿Qué te ha parecido? ¿Alguna vez has causado heridas verbales por no ser capaz de controlarte? ¿O quizás has sido tú el/la que ha sufrido alguna de esas heridas?
A continuación, te vamos a aportar una serie de pautas generales que pueden ayudarte para controlar esas situaciones en las que nos ponemos muy tensos.
Cómo controlar la ira y la agresividad
~ En primer lugar, antes de hablar con la persona o personas que te han generado un estado de ira, observa y analiza los pensamientos distorsionados que pueden aparecer en esa situación de enfado. Indaga sobre:
- Las sobregeneralizaciones que realizas cuando estás enfadado/a: “Siempre me hace esto”, “Siempre me está molestando”. Realmente los dos sabemos que esto no es así.
- Las intenciones malévolas que puedes creer que tienen los demás: “Es malo/a” o “Disfruta haciéndome daño”. Realmente en esta situación te puedes llegar a plantear como si todos estuviesen en tu contra. Sé realista, ellos también estarán enfadados al igual que tú, pero, en la mayoría de los casos, su intención no es hacerte daño.
- Las exageraciones que realizas sobre lo negativo de la situación que te provoca ira. Es importante que tengas en cuenta los factores que pueden disminuir el problema.
- El tipo de pensamientos o frases negativas que pueden surgir, como por ejemplo: “Qué asco me da” o “Es un verdadero imbécil” (por no decir otras palabras malsonantes). Este tipo de pensamientos acrecentan tu ira y tu nivel de agresividad, por lo que deberás intentar bloquearlos en la medida de lo posible.
~En segundo lugar, es muy importante que aprendas a dialogar, a tener en cuenta también el punto de vista del otro:
Es imprescindible que las partes implicadas en un conflicto analicen sus puntos de vista y promuevan la búsqueda de soluciones. Para ello, escoge un lugar y periodo de tiempo propicios y limítate a dialogar con el otro de forma asertiva. De esta manera, no sólo podremos resolver un problema concreto, sino que, además, podremos mejorar la relación con esa persona y nuestra capacidad de resolver otros conflictos futuros. Consta de las siguientes etapas:
- Expresar los desacuerdos de forma clara y asertiva sin faltar al respeto al otro.
- Reconocer las metas comunes de ambos.
- Ponerse de acuerdo para emprender las acciones necesarias.
~Posteriormente, te recomendamos que busques soluciones “yo gano-tú ganas”:
Busca soluciones en las que el otro implicado también tenga algún beneficio. Este paso implica cooperación, pues ambos ganan al menos parcialmente. Para este paso, podemos formularnos algunas preguntas que nos pueden ayudar: “¿Cómo veo el problema?”, “¿Qué objetivo me gustaría conseguir?” o “¿Cuáles son las necesidades que intento conseguir?”.
Recuerda que el éxito propio no tiene por qué ser a costa de los demás, y que cooperar en la búsqueda de soluciones es una buena manera de considerar las relaciones interpersonales. Es cierto que en ocasiones las posiciones iniciales parecen totalmente incompatibles, pero al analizar los verdaderos intereses, podremos darnos cuenta de que son compatibles y que existe alguna forma de resolverlos.
Resolución de conflictos para tratar el problema
~ Si tras este paso no hemos encontrado solución, pasaremos a negociar:
Se trata de un proceso de resolución de conflictos, en el que cada una de las partes modifica sus demandas hasta llegar a un compromiso o acuerdo aceptable para cada uno de los integrantes que se encuentran en conflicto. Se trata de exponer de forma abierta el problema, analizando las propuestas, analizando las posiciones y concretando la forma de llevar a cabo el acuerdo. Cabe destacar que, si los intereses son totalmente opuestos, implica ceder por una de las partes (o bien cada uno en una cuestión en particular, cada día un integrante diferente, o uno cede a cambio de que el otro se comprometa a algo en concreto)
Es muy probable que llegados a este punto os surjan muchas dudas, pues se trata de un tema complejo que debe ser supervisado por un profesional.
Cuando la ira se convierte en tu peor enemigo, cuando hace daño a los demás y no eres capaz de controlarlo, es importante que tengas en cuenta estas pautas generales, pero también nos parece fundamental recomendarte que puede ser el momento de pedir ayuda de un profesional de la Psicología. Éste evaluará tu caso en particular, te acompañará en todo el proceso y se basará en una intervención psicológica científica y de calidad.
– Para leer el artículo anterior, pulsa aquí.
Noviembre 2020
Émora Psicólogos para Jóvenes, Adultos y Familias en Madrid (Canillejas, Rejas, Plenilunio).
Calle Aramayona, 3 – 28022 Madrid
Teléfono: 672 79 94 03
– Escrito por Alicia Jiménez, Psicóloga del Equipo de Émora.
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